Si existe un sector sensible en materia de gestión de instalaciones es, sin duda, el de las infraestructuras críticas, un ámbito que supone un desafío por las características tan específicas que presentan sus escenarios. Controlar correctamente las condiciones en las que se desarrolla la actividad es fundamental en términos de seguridad y también de gasto energético.
Cualquier incidente que tenga lugar en este tipo de instalaciones o servicios estratégicos esenciales para el funcionamiento de las sociedades actuales puede suponer, además de un riesgo evidente para sus trabajadores, un gran impacto en el día a día de millones de ciudadanos, que pueden verse, por ejemplo, sin suministro de energía. Son muchas las infraestructuras críticas que debemos proteger: centrales de energía o plantas químicas, un aeropuerto, un edificio gubernamental, un centro de datos, etcétera.
La utilización de cámaras termográficas ha constituido un enorme avance. Estos dispositivos son capaces de controlar en todo momento la temperatura en un punto o entorno concreto, detectando tanto elevaciones como disminuciones térmicas anormales. Al salirse del rango establecido, la cámara activa la alarma y, conectada con los demás dispositivos de seguridad, inicia los mecanismos de protección programados, como la detención inmediata de determinada maquinaria ante un inminente riesgo de incendio o explosión, por ejemplo.
La tecnología de las cámaras termográficas es especialmente eficaz en tareas de mantenimiento predictivo: si los problemas se pueden identificar antes de que se produzcan se ahorra una gran cantidad de tiempo, esfuerzo y dinero, algo que resulta irrenunciable en el caso de la seguridad en infraestructuras críticas. Y por supuesto, evita males mayores, que en algunos casos podrían resultar fatales.
Este control de temperatura es aplicable también a la eficiencia energética. Esta tecnología permite supervisar ciertos entornos y optimizar el consumo de energía para mantenerlos a la temperatura idónea de funcionamiento. La precisión en las mediciones aporta la información necesaria para que sepamos utilizar la cantidad mínima de energía que precisamos en cada momento, y evitemos que se desperdicie.
En definitiva, el control de infraestructuras críticas debe abordarse desde dos perspectivas: la más avanzada tecnología, que garantice la máxima seguridad y eficiencia; y un estudio muy cualificado de las características de cada instalación, para diseñar una solución específica, cada infraestructura presenta unas necesidades y unas exigencias absolutamente particulares.
La constante evolución de la tecnología, gracias al enorme esfuerzo que se está haciendo en I+D, nos permiten crear soluciones de vanguardia para resolver cualquier necesidad que se nos plantea. Ésa es la verdadera razón de ser de las compañías tecnológicas, y a eso seguiremos dedicando nuestros esfuerzos sin descanso.
Juan de la Pedraja. Business Development Manager de Hikvision Iberia