Sorprende el número de intrusiones que se producen cada año en hogares y pequeños negocios en España. Según datos del Ministerio del Interior, que elabora estadísticas muy precisas, son unas 100.000 anuales, es decir, que cada día entran de media casi 300 ladrones en una casa o en un negocio en nuestro país.
Cuando hablamos de una situación así, entendemos por qué cada vez más gente instala algún tipo de sistema anti-intrusión y por qué los fabricantes de este tipo de dispositivos se esfuerzan por diseñar y lanzar al mercado equipos cada vez más fiables, que ayuden a los clientes a proteger sus inmuebles.
Tecnología y fiabilidad son dos conceptos que van de la mano. Una alarma debe estar preparada para detectar a un intruso en cualquier momento y ante cualquier circunstancia. Una de las claves es la conectividad entre los diferentes sensores que forman el equipo y que, a su vez, están conectados al panel central. La conexión inalámbrica ha demostrado ser la más eficiente y, al mismo tiempo, la más cómoda para el usuario, por su facilidad de instalación. Internet de las cosas ha hecho posible que los equipos estén permanentemente conectados y hablen entre ellos, siempre alerta.
Los sensores deben transmitir la información en tiempo real para que la inteligencia de la alarma haga el resto a la hora de detectar eventos, catalogarlos y dar el aviso correspondiente. Descartar las falsas alarmas se ha convertido en un elemento diferencial. Y otro gran avance en este terreno ha sido incorporar la videoverificación. Hasta ahora, las intrusiones se comprobaban fundamentalmente a través de fotos, de imágenes fijas, porque pesan menos y llegan antes a la central receptora o al móvil del usuario. Pero son mucho menos fiables que un vídeo. La mejora de la tecnología permite enviar casi al instante pequeños cortes de vídeo, que recogen desde pocos segundos antes del salto de alarma hasta pocos segundos después, lo que facilita la comprobación de qué es lo que está pasando realmente en nuestra casa o nuestro negocio.
Las alarmas deben ser sencillas de instalar pero, sobre todo, muy fáciles de utilizar para el usuario. Las aplicaciones móviles están ayudando de forma significativa, resulta muy sencillo activar o desactivar la alarma desde nuestro teléfono, comprobar quién ha entrado en casa y a qué hora, acceder a las imágenes de las cámaras en tiempo real…
Pero hay una línea más en la que la tecnología está avanzando, siempre con el objetivo de mejorar la usabilidad de estos sistemas: la convergencia. Las nuevas arquitecturas permiten vincular un sistema de alarma a un control de accesos, por ejemplo, lo que simplifica y mejora la utilización de todos estos equipos. Todo ello es posible gracias a que los diferentes sistemas están alojados en la nube, de forma que el usuario puede despreocuparse de todo lo que tiene que ver con almacenamiento, actualizaciones de software, mantenimiento de los sistemas, ampliación o reducción de una instalación… Todos los procesos se convierten en simples, inmediatos y accesibles para cualquiera.
Un buen sistema de alarma está basado en la fiabilidad. Y a eso contribuyen la inteligencia artificial, la buena conectividad, la videoverificación, la usabilidad… Al final, la alarma desde ser un elemento que, en primer lugar, tiene una función disuasoria —un buen equipo siempre hará que un ladrón se lo piense dos veces antes de intentar entrar—; y, en segundo lugar, también tiene una función de protección, es decir, la capacidad de generar una alarma en cuanto se produce la intrusión y de poner en marcha el mecanismo de respuesta. Y la tecnología está en la base del funcionamiento de unos equipos cada vez más demandados por la tranquilidad que reportan a los usuarios.
Manuel Chércoles, Channel Sales Specialist Hikvision