Si una persona mayor se cae, puede necesitar ayuda y atención médica inmediatas para evitar consecuencias graves para la salud. Gracias a una nueva solución impulsada por radar que se puede instalar en dormitorios, corredores y otras áreas clave en centros de atención, el personal puede responder más rápido para ayudar a los clientes ancianos y vulnerables en caso de una caída y garantizar los mejores resultados de salud posibles para ellos, al tiempo que respeta completamente su privacidad.
Cuando comenzamos a caminar cuando somos bebés, caerse es una parte natural del proceso de aprendizaje. Pero a medida que envejecemos, las caídas se vuelven más graves y, para algunos, pueden causar consecuencias graves para la salud que son difíciles o imposibles de recuperar.
Según la Organización Mundial de la Salud, las caídas son la segunda causa principal de muerte accidental en cualquier parte del mundo. Para los ancianos, los riesgos asociados con las caídas son especialmente altos. Las investigaciones de los EE. UU. revelan que más de una de cada cuatro personas de 65 años o más se cae cada año, y una quinta parte de esas caídas provoca una lesión grave, como una fractura de cadera o una lesión en la cabeza.
Es importante destacar que caerse solo una vez duplicará las probabilidades de que alguien vuelva a caerse. Por lo tanto, para aquellas organizaciones encargadas de cuidar a personas de edad avanzada o vulnerables, como hospitales, hogares de atención y comunidades de jubilación, se deben tomar medidas para identificar caídas y lidiar con ellas lo más rápido posible.
Los desafíos de la detección tradicional de caídas
La forma más simple de averiguar si alguien se ha caído es programar visitas regulares para controlarlo. Pero esto requiere mucho trabajo, puede parecer intrusivo y no es necesariamente eficaz, ya que alguien podría pasar más tiempo del necesario en el piso, posiblemente lesionado, antes de que se descubran. El tiempo inmediatamente después de una caída también es vital para mejorar los resultados de la atención, por lo que cualquier retraso en la búsqueda de clientes que han caído puede tener consecuencias importantes para la salud.
En los últimos años, se ha desarrollado una gama de soluciones de detección de caídas y “pánico”. Entre estas se encuentran las alarmas personales colgantes, que requieren que los clientes presionen un botón para alertar a alguien cuando se han caído. Sin embargo, estos dispositivos tienen varias limitaciones.
En primer lugar, las personas deben elegir colocárselas y luego dejarlas puestas, algo que sea especialmente desafiante para las personas con afecciones que afectan la memoria, como la demencia. En segundo lugar, los dispositivos deben cargarse regularmente para garantizar que funcionen correctamente, lo que podría pasarse por alto. En tercer lugar y quizás lo más importante, los usuarios deben presionar el botón de pánico para activar una alarma en caso de una caída, pero esto no siempre es posible si no pueden moverse o quedan inconscientes.